Navidad




Cuando Papa perdió el empleo en el ferrocarril nos dijo que aquel año íbamos a festejar la navidad en familia como ninguna otra. 

En casa eramos  muy pobres. Solo recuerdo, no sin dificultad, a algunos de ellos:
Mi padres Pochenka y  Leon, mis hermanas Davidenkay Torkiev y mis abuelo Anatoly. 

Con mis hermanos admirábamos al abuelo por su jovialidad y carisma. Se ufanaba de las mujeres bellas que había conquistado y de su cuerpo privilegiado.

Mis padres trataban de disimular la pobreza en la que vivíamos a diario. 

Pero lo que mas nos causaba admiración, era la comida que mi madre y la abuela Pochenka cocinaban con tanto amor y ternura: huesos que mi padre traía del cementerio que condimentaba con ensalada de yuyo, barro y brea y un leve toque de alcanfor o, en su defecto, talco ortopédico)

Masticábamos aquellos legumbres fibrosas sin quejarnos. 










Boris Spassky

Boris Petrovich nace en Ucrania en 1926, en el seno de una familia de pobres campesinos.

Desde muy pequeño, Boris se enamora del blues y pasa horas pegado a la radio escuchando e imitando a sus ídolos.
Al acercarse su cumpleaños su tía Sofía piensa comprarle una harmónica para contentarlo. Su madre.


Al acercarse el invierno Rodion, el padre de Boris, fallece de triquinosis tras una lenta agonía. Con tan sólo 18 años, Boris, debe hacerse cargo de la familia y para ello consigue empleo en el ferrocarril. Pero su pasión musical no disminuiría, sino por el contrario; con su primera paga,  compra una guitarra de segunda mano, con la que aprovecha para tocar en sus tiempos de descanso.
Sus compañeros de trabajo serían sus primeros oyentes , y en poco tiempo sus más fieles enemigos.




Al regresar en bicicleta de su trabajo, Boris es atropellado por un automóvil, que lleva las luces bajas.
Al borde de la muerte, Boris confiesa haber aprendido el  significado de la vida. Boris, es un verdadero autodidacta.
Internado en el hospital, conoce a Natacha, la enfermera que lo atiende. Se enamora perdidamente.
Contraen matrimonio y vive los años más felices de su vida. 



En el pabellón de Terapia Intensiva, Boris con guitarra en mano, entona las composiciones de blues. Al aumentar radicalmente los índices de mortalidad Boris es  expulsado del hospital.

Boris, Al regreso de su trabajo, encuentra a Natacha  con el cirujano del hospital.
Boris se reprocha no haberlo advertido cuando en la cama ella se negaba y lo anotaba en lista de espera.

Enfurecido  decide huir  en busca de un futuro mas alentador. El Padre de la Iglesia Evangelista le ofrece una habitacion. El reverendo. Le da un sabio consejo:
“La llave de la gloria y la felicidad no es un andar tranquilo, mas el alma le hace hincapié”



Por la noche Boris no puede conciliar el sueño mientras la frase le suena en la cabeza aunque más le suenan las campanadas tediosas y el canto  de los gallos. En los siguientes meses de su estadía, no logra comprender las palabras del reverendo, Boris cree encontrar alguna paz interior componiendo música sin cesar.







Voces del más allá


Fue un domingo a la madrugada. Estaba recostado en el sofá de la pieza, frente a la chimenea, cuando escuché una voz tenue al oído:

“Las almas que vigilan el barrio de Caballito no trascienden la amabilidad del ser humano. Alicia tiene problemas de la cintura, un pequeño desajuste.”

Fue la primera vez que la oí. Empezó como un murmullo lejano y tumultuoso, luego se fue acercando hasta que estalló en un grito ensordecedor.

Nunca me animé a contárselo a nadie. Tal vez por vergüenza  a que me tomaran por loco.

Me costó conciliar el sueño. Por algo en particular me recordaba a mi tío Alberto, el ferroviario.


Un mediodía de otoño me encontraba acomodando la pieza cuando llamaron a la puerta. Fueron dos golpes secos y al hilo. Atendí. Era una señora robusta, de unos cuarenta años, pelo rojizo y ojos grises. Las manos le temblaban. Se recostó sobre el sillón y, tras una larga pausa, me comentó que tenía una extraña enfermedad que no lograban diagnosticarle.

Es cierto que yo había vivido unos episodios de percepción especial, como intuir sucesos que iban a producirse, o transmitir calma a personas angustiadas. 

Su situación me conmovió. Me observó a los ojos, desanimada. La acompañé hacia la puerta. Al llegar me observó a los ojos, con una mirada profunda y penetrante y me dijo: “Gracias por escucharme”. Por costumbre, indagué “¿Su nombre, señora?”

Lo último que escuché fueron las trompetas de los vendedores de churros. Y allí me desmayé. No recuerdo más nada. “Alicia”, fue lo último que escuché.


Con dificultad lograron restablecerme. Todo parecía un sueño. Poco a poco fui recuperando el sentido y recordando desordenadamente los hechos.
Entramos  a la pieza. Le revisé la columna vertebral y le tiré el cuero. Se reincorporó como una equilibrista con una sonrisa de par en par. Era precisamente eso lo que tenía. 

“Nunca le podré devolver lo que hizo por mi”- mencionó-







Empecé por redecorar el taller del viejo: Compré unos sahumerios,  música hindú y por último coloqué un aviso: “Pacifista del Alma. Apoyo psicológico. Consultas Existenciales".




Por la noche me levanté sobresaltado, debido a un extraño ruido. Me acerqué con cuidado hasta apreciar un hálito de voz que me zumbó los tímpanos:

“Hubo una vez un profeta, en el pueblo de Israel, que caminaba a lo largo del desierto en busca de divulgar la fe. A mitad de camino se perdió y cayó victima de  deshidratación. El muy pánfilo no tenía GPS”

La voz pareció alejarse pero reapareció:

Alicia y Bety


Bety- ¡Que tarde que viniste!  ¿Trajiste el diario?
Alicia- Si, como no me lo voy a traer. Faltaba más.
Bety- A ver, che que me pongo los lentes. Estoy que no veo un pomo; el otro día me tragué un bicho bolita pensando que era una arveja. No me quedo otra que ir al oculista, con la situación en la que estamos… Me recetó una graduación nueva. Dos punto no se qué corno. Te diría si lo pudiese ver. No sé con qué pagarle al pobre tipo. Se la vengo pateando hace rato…
Alicia- Hablando de patearla, vamos a ver que tenemos. El de la semana pasada…
Bety-¡Que la boca se te haga a un lado!
Alicia- - Dios quiere tendremos más suerte.
Bety- “Hoy conmemoramos a nuestro querido padre, abuelo y hermano nuestro: Juan Sholem…
Alicia- Apa! Interesante... ¿Dónde dice?
Bety-  Yrigoyen 4846. 
Alicia- San Isidro, me gusta. Tengo buenos presentimientos. ¿Qué hora son?
Bety- 13:50hs. Estamos medias flojas de papeles.
Alicia- Vamos igual, Selma. Hemos llegado a cada hora y estado a cada hora…
Bety- Y si…otra no nos queda.
Alicia-¿Tenes monedas?
Bety- Lo justo para la ida.


Se levanta una tormenta. Relámpagos.
Alicia- Despacito. Ya casi estamos
Bety- Los guardias son cada vez más babosos. Fácil engañarlos…
Alicia- Ya una no puede divertirse siquiera con estos.
Bety- Presiento dónde está la condolida…
Alicia- La de vestidito violeta con el sombrero tiene toda la pinta de ser la hermana. Yo ahora me voy para la mesa, antes agarrate los de miga antes que se los liquiden.
Bety- A mi nieta le van a encantar.
Alicia- Si, si. Le traigo también para ella.
Bety- Bueno, me parece que me voy a hacer ruta. Para el lado del ropero tiene que haber. ¿Vos estás segura?
Alicia- Esto tiene pinta
Bety- Le falta glamour. La crisis los afecta. Se hace difícil trabajar así.
Alicia- Ni la viuda tiene un anillo decente.
Bety- Me parte el alma.
Alicia-¿Donde quedó el doble apellido?
Bety- Antes si que eran jolgorios.

Se van acercando en la cola 

Alicia- Lo que es el paso del tiempo. Antes me ponía nerviosa; el contacto.Tal vez una se va amansando, tomándole el gusto a la profesión.
Bety- A ver que tenemos. Vamos a meterle.
Alicia- Decir que estoy resfriada, (Aspira)  Esperate un ratito.
Se huele bien, te digo.
Bety- A ver, a ver que tenemos por acá (Huele  más profundamente)
Alicia- Upa, que caripela! Te digo que le hizo un favor a la mujer
Bety- Si le hubiese sido yo, solo lo dejaba salir para pagar los impuestos y nada más.
Alicia- El Algo tenemos que rescatar, para algo vinimos
Bety- Que le vamos a hacer a este. Lo damos vuelta y no se le cae una moneda. Mira la cosa que tiene la mujer.
Alicia- La verdad que tenes razón.
Bety- Bueno, menos mal que tenemos lo de miga.
Alicia- Los de roquefort  no tienen desperdicio
Bety- Me estoy concentrando
Alicia-¿Qué pasa?

Respira profundo con placer



Bety- -¡Aja, ya lo tengo! 1954.
Alicia- Traspira Anselma en aires de competencia decir que estoy resfriada es…
Bety- No, no, no 1957. Se siente en los pómulos. Ese hombre exuda libertad, vigor.
Alicia- Cómo que no? Es 1954.  Su mejor punto.