La Corpo


 I

 Una corporación en un edificio de lujo de Barrio Norte.


DIRECTOR-
 Los hemos reunido porque hemos decido comentarles a todos, como buena familia que somos, que nuestra  amada corporación se ha fusionado. (Rostros de sorpresa y alegría) Esperamos un gran futuro y una suma de proyectos. Como la noticia aun no es oficial queremos que no se corra la novedad por el radio-pasillo. ¡Jajaja! (Falsa simpatía).
Aun no hemos decidido el nuevo nombre de nuestra corporación pero confiamos en que el departamento de Marketing lo hará con suma inteligencia e inventiva 

Corte. Afuera. En la entrada del edificio se encuentras se colocando las letras en la vidriera de la oficina "ABC Corporation"

Como es de saber, en toda fusión habrá ciertos/pequeños cambios, tal vez ciertos desplazamientos de algunas posiciones, ascensos para hacer de este ambiente flexible, dinámico. Nuestro equipo de Recursos Humanos seleccionará sabiamente a los más destacados para los nuevos puestos a ocupar. Como ya sabrán, nos gusta el estimulo y el crecimiento laboral. Por eso es que esperamos que estén con ansias de trabajar y con la pro-actividad que caracterizan a la organización.
SOCIO II- Estimados. Gracias por escucharnos.

De a uno, con cierto temor se levantan y se van



 II

A los pocos segundos, José abre la puerta de la oficina del director, con muestras de sudor y nervios. El Director sorprendido se levanta. Está intentando armar un juego de cuadrados inútilmente.

 DIRECTOR - ¿Qué es lo que ha pasado?, ¿Qué es tan importante?, ¿Otra vez se cayó el sistema/no anda la fotocopiadora/los programadores nos quieren hacer huelga por tenerlos deambulando de consultora en consultora?
JOSE (Tartamudeando) –Señor Jefe, la… la…la cafetera del tercer se está tragando las monedas…
DIRECTOR - ¡Organicemos una meeting! 

Se levantan apresurados





III

En la meeting. Sala de reuniones de Recursos humanos “HITLER I”. Hay tres carteles señalan: “Prohibido fumar”, “Prohibido pensar”)
Apilados están los de recursos humanos, se encuentran varias diapositivas que aplican a un pizarrón que sostienen con carteles que indican “senior”, “team leader”, “Project manager”.

-El Nescafé no se consigue con la misma facilidad, el Capuccino no les gusta a nadie, el Mokaccino ha aumentado de precio nuevamente…¡Miren, miren estos porcentajes! (El junior busca una diapositiva, se confunde, se pone nervioso, vuelve a buscar, la encuentra finalmente y se la alcanza al Semi-senior, este le pasa un trapo, la da vuelta, y la pasa al senior; este chequea los datos con su notebook en pose de intelectual-nerd, luego se la alcanza al team-leader que lo aprueba con ánimo exagerado)
-Veremos qué podemos hacer. Hablare con el Recursos Humanos. Confío en su inventiva y profesionalismo.
-¿Cree necesario llamarlos?
-No, pero debemos que justificar su sueldo.



Capítulo 1.2 “Recursos humanos”

I

RR.HH:- Estamos todos aquí, como ya sabrán para realizar el team building, la empresa seleccionara 2 y solo 2 personas para el nuevo puesto.
(Como el juego de la silla: Uno de Recursos humanos, los ata y empieza a dar vuelta en circulo como un chico, corriendo hasta que se frena empieza a decir: Project, Project, Project, ¡Project manager! Se va a sentar y otro, más avispado, lo anticipa antes.)
EMPLEADO 1 :- Otra vez me pierdo la posibilidad. Que le diré a mi madre…




II

SOCIO 1- Bueno, el proceso está en camino. Mister jones está bastante satisfecho hasta el momento. ¿Un tío simpático, no crees? ya lo tenemos. El edificio es nuestro, la seguridad es confiable, tenemos los empleados baratos e ineficientes, nos faltaran solo dos o tres cosas y somos toda una corporación.
SOCIO 2-






CAPITULO 1.3 “La meeting”

I
Llamen a RRHH. Ellos sabrán; son verdaderos profesionales
(Entran RRHH: Senior, semi-senior)
-Aquí estamos
-Sientensen . Por lo visto…
La noticia es que acabamos de fusionarnos con una firma India y necesitamos reubicar al personal nuevamente. Confiamos en su capacidad y profesionalismo.
No habrá problema. Lo resolveremos en un santiamén.
Bien!  Ya pueden retirarse –(apreta un botón. Risa falsa. Ruido de Bulldogs. Salen corriendo apresurados.)




CAPITULO 1.4 “Fiesta de la empresa”

TL- He citado a los distintos grupos, para comentarles una noticia de importancia en la corporación…
BOBO 1- Tendremos nuevos descuentos/beneficios
BOBO 2: Que bueno, aprenderé a jugar al golf gratis, como Carlitos Tevez.
AMARGO 1 –Nos harán trabajar horas extras en Navidad…
BOBO 1- ¡Seguro que nos aumentaran el sueldo!
TL- …- Y estamos muy alegres de anunciar/de haber conseguido los objetivos (“ahora entiendo las horas extras”) y por este motivo hemos decidido celebrarlo en la fiesta de fin de año de la empresa en el Palace Garden de Bella Vista. La entrada es gratis, la salida vemos.

Pero, como coños lograr cumplir con tus objetivos si no trabajas en todo el dia.
Es muy fácil, chantajeo a quien me califica.




CAPITULO 1.5 “El arte”

Síntesis del capítulo: Cuenta la leyenda que empleados de la empresa (ya desaparecidos). Al obtener un bono o ser reconocidos por su trabajo en la corporación, se les fue entregado/obsequiado un cuadro de los girasoles de Van Gogh.
Convulsionados, o con brotes epilépticos, estos han decidido irse por cuenta propia o, en el peor de los casos, fallecido pasado a mejor vida.
























Navidad 2022






1-Abuelo Juan (8): Con el lechón, un cordero a punto y dos chistes bien colocados, logró lo mejor de una Nochebuena que no le importa a nadie salvo a los ingenuos de siempre.

2- Tío Alberto (4): Como es costumbre llegó tarde y con una tarta de acelga para su familia “a dieta por colesterol y baja presión”. Logró la tarjeta amarilla que lo condicionó. La 3ra botella de espumante pudo con él y fue “casi tolerable”.

3- Abuela Pochola (sin puntaje): El destape equívoco del corcho lo alojó en el Pirovano promediando el 1er tiempo.
A favor: nos perdimos los titulares de TN. Si Dios quiere, su última Navidad.

4- Tía Ana (5): Entró en reemplazo de la abuela Pochola. Debió ocupar una posición que no es la suya. Floja en los relevos cuando se vaciaban las botellas. 

5- Prima Loli (9.5): Lo mejor de la noche. Entre su belleza y el provocativo disfraz de Mamá Noel escotado y polleras cortas provocó un ACV al abuelo Juan.

6- Tía Nélida (3): Se nota que esta fuera de ritmo. Llegó tarde a los temas de conversación y no pude repetir su aburrida anécdota con José Marrone del año 62.

Capítulo I "La Meeting"





Una empresa en un edificio ultramoderno de Barrio Norte

DIRECTOR- Los he reunido porque hemos decidido comentarles, como familia que somos, que nuestra querida y amada empresa se ha fusionado  (Rostros de sorpresa) Esperamos un gran futuro con una suma de proyectos. ¿Así se dice? Si, si, si. Jaja (risa falsa) Proyectos. Me gusta.
Como la noticia aun no es oficial queremos que no se corra la novedad por el radio-pasillo. ¡Jajaja!
Aun no hemos decidido el nuevo nombre pero confiamos en que el flamante departamento de Marketing lo hará pronto con sumainteligencia e inventiva. (Dos hombres gordos están colocando en la entrada del edificio: “ABC Corp”)

DIRECTOR- Como es de saber, en toda fusión habrá pequeños cambios, tal vez ciertos desplazamientos de algunas posiciones, ascensos para hacer un ambiente flexible, dinámico. El equipo de Recursos Humanos seleccionará a los más destacados. Nos gusta el estímulo y el crecimiento laboral. Esperamos que estén con ansias de trabajar y con la pro-actividad que nos caracteriza.
SOCIO II- Estimados. Gracias por escucharnos.
Con temor, se levantan


José, sudando, abre la puerta de la oficina del director. El Director se levanta sorprendido. Está intentando armar un juego de cuadrados sin éxito.

SOCIO I - ¿Qué es lo que ha pasado?, ¿Por qué tanta urgencia?, ¿Otra vez los programadores nos quieren hacer huelga por estar en negro?
JOSE (Tartamudeando nervioso) –Señor Jefe, la… la…la cafetera del tercer piso se está tragando las monedas…
Socio I se levanta de su asiento alzando su dedo índice.
SOCIO I -¡Organicemos una meeting! ¡Muy bien José! (Se levanta)

Corte. Sala de reuniones de Recursos humanos “Hitler I” . El cartel señala “Prohibido fumar”, “Prohibido pensar”.

Gente de alta jerarquía. Se enciende un grabador. Caras preocupadas.
-Comencemos cuanto antes
-Bien. Empecemos por lo más importante: El café con leche se ha agotado y nuestro proveedor nos va a aumentar el 32%. Para mantenerlo tendríamos que eliminar Megatlon.
El capuccino provoca acidez y ya nadie lo toma. El Moccacino se mezcla automáticamente con el té, provocando un mejunje asqueroso… ¡Miren ahora los porcentajes! ¡Miren! 

El junior busca una diapositiva, se confunde, se pone nervioso, vuelve a buscar. La encuentra y se la alcanza al Semi-senior. Este le pasa un trapo, la da vuelta, y se la pasa al Senior; este chequea los datos con su notebook. La toma el Team leader que lo aprueba con ánimo exagerado
-Veremos qué podemos hacer. Hablaré con Recursos Humanos. Confío en su profesionalismo.
-¿Cree necesario llamarlos?
-No, pero debemos que justificar su sueldo.

Corte. Oficina. Empleados de menor jerarquía.

JUAN- ¡Que buena noticia! Ahora somos una corporación. ¡Cotizamos en Bolsa! ¡Podré comprar acciones!
AMARGO-(EscépticoSi...nos darán más trabajo hasta quedar exhaustos o nos reemplacen por gente joven inexperimentada por un salario mucho menor.
BOBO 1-(Voz de bobo) ¿No le ves el lado positivo? Sumaremos empresas de renombre, como Philip Morris, Lucky Strike, IBM, entre otras.
AMARGO - Ahora tendremos más de un jefe. Serán tediosos
BOBO 2- Además vas a construir un gimnasio en el edificio para que vayamos cuando queramos.
AMARGO - Si, cuando podamos
BOBO 1- ¿Que me dices de la nueva tarjeta de descuentos, eh?
AMARGO – Lo usan para negrear nuestro sueldo.

Sala de RRHH. Una cuadra de cola de gente afuera del edificio esperando su turno para la entrevista laboral.

RRHH:- Estamos todos aquí, como sabrán, para seleccionar cuidadosamente once, solo once personas para nuestro nuevo equipo de trabajo:

Uno de RRHH, apaga la luz, los ata en circulo y empieza a dar vueltas en circulo como un chico, corriendo hasta que se frena .

CHICO RRHH- ¡Project, Project, Project, Manager! Se va a sentar y otro, más avispado, le roba el asiento.
NABO I:- (Mucha pinta de fracasado) ¡Uh, no! Que le diré a mi madre...
NABO II:- ¿Alguno sabe que colectico me deja en mi casa? Llego tarde para devolver este traje alquilado...
NABO III:- Me pregunto donde están los antiguos empleados.

Imagen. Grúa entra abrupta a la oficina demoliendo uno por unos los cubiculos junto con los empleados.

Voz en off de azafata:

-Prepárensen para una experiencia única. Ajusten sus auriculares/cinturones. (Gritos eufóricos pidiendo auxilio) Repliguen la cabeza. Les comunicamos que está prohibido fumar y beber en la sala. ABC les desea un muy buena feliz indemnización.

Team Leader:-



















Misceláneas

Con alegría y algo de nostalgia, recuerdo mi primaria. 
Corría el año 1927 cuando nos mudamos con mi familia al pueblo catamarqueño de Capayán debido a la inestable situación laboral de mis padres
Al tiempo de nuestra llegada, mi madre nos inscribió a mi hermana y a mí en el único colegio de la zona: el San Hipólito XXI. A pesar de nuestra precariedad, ella no lo pensó dos veces.

La escuela era apenas un simple salón de tierra apisonada: no teníamos pupitres, ni bancos, ni siquiera sillas. Nos sentábamos en rejas de arados, tocones de ceibo y en calaveras de vaca.
La calavera de vaca era el asiento más fácil de conseguir porque la escuela era, durante la noche, un matadero clandestino.
Escribíamos con trozos de ladrillos o pedazos de tripa gorda, mientras que la maestra utilizaba las paredes como pizarra.


El colegio se encontraba en lo alto de la montaña. Para llegar debíamos caminar once kilómetros empinados por el bosque para luego cruzar a la montaña que se encontraba separada por el río Santa María. Había un puente colgadizo construido a base de alambres de cobre y algarrobo. 

Aun se me pone la piel de gallino cuando recuerdo los aullidos feroces de los leopardos y de cóndores que solían sobrevolabar a metros de nuestras cabezas. 

El colegio solo contaba con una maestra que provenía de Bahía Blanca. Su nombre era María. María tenía un don innato para enseñar. No le importaba las condiciones en que la que nos encontrábamos. Ella comentaba la importancia de la educación: el crecimiento del intelecto humano, el enriquecimiento del habla, el cultivo de la imaginación. Cada día, nos leía con deleite un fragmento del Facundo de Domingo Sarmiento:


“La educación primaria es la que civiliza y desenvuelve la moral de los pueblos. La escuela es la base de la civilización”

En el primer trimestre de comenzadas las clases, una fuerte tormenta nos sorprendió en la clase de geografía, cuando estábamos aprendiendo las corrientes del océano Pacífico. La tormenta resquebrajó por completo el  techo de adobe y las  dos ventanas de mimbre.

Por suerte, nuestras plegarias fueron escuchadas y nadie resultó herido.


En otoño, la temperatura en Capayán alcanzaba los cinco grados bajo cero. María, sin inmutarse, continuaba dibujando con esmero la estepa patagónica, la selva misionera y la llanura pampeana. Su despliegue virtuoso nos hacia olvidar la corriente de viento helado que entraba por el techo desvanecido congelando nuestros rostros.


Por la tarde, cuando regresaba a casa con ganas de manifestar mis conocimientos, Papá advertía mi fuerte tos y mis manos de un color púrpura. Mamá, siempre tajante, le quitaba  importancia a la preocupación de mi padre alegando que era una minucia, un detalle y que las cosas en la vida no se consiguen fáciles. Envolvía mis manos en un paño de terciopelo y las ponía junto al fuego, mientras me leía con voz dulce a Saint-Exupery.


Con la llegada del invierno, la situación en la escuela se hacía aun más ardua: La temperatura tomaba cursos poco humanos al superar los dieciocho grados bajo cero. Nuestra única medida era adelantar la hora de química para formar ronda alrededor del mechero Bunsen y calentar nuestras manos.
El frío era muy intenso y nuestras fuerzas se evaporaban en un santiamén al agotarse la garrafa de gas.

A pesar del tercer pedido consecutivo de refacción de María en lo que iba del segundo trimestre, no obteníamos ninguna respuesta favorable por parte de la directora Angélica.


Cada madre trataba de colaborar de alguna manera:  algunas tejían sombreros de caimán, botas de cardúmen o pulóveres de lana de cabra.

Pero la situación a pesar del esfuerzo de nuestras madres, era insostenible.

La temperatura tornaba ahora nuestras caras de un color violáceo anaranjado y la piel de un rosáceo púrpura en escasos minutos de clase. Por las mañanas, a menudo, nos acechaban fuertes vientos de hasta doscientos kilómetros por hora sacudiendo el aula como si fuese una gelatina. Pero María, fiel a sus principios, continuaba dibujando líneas, rectas, ángulos obtusos y equiláteros con una vitalidad digna de admiración. Nos daba cierto pudor comunicarle que ya no sentíamos los pies y que de a ratos se nos nublaba la vista. El aspecto del aula era desolador: varios compañeros tenían los ojos desorbitados, temblaban frenéticamente, y en las narices se apreciaba un hilo fino pero consistente de hielo congelado.


“La constancia es la virtud de todo hombre con coraje”- solía decirme mi madre mientras  preparaba el te con miel para aliviar mi creciente catarro -.


Fue en aquel tiempo, sino recuerdo mal, que María comenzó a tomar algunos recaudos, en pos de proseguir con la enseñanza. Al ingresar al aula, nos suministraba a cada uno un vaso con licor de huevo al chocolate. La servía en una jarra de hojalata que llevaba escondida bajo el guardapolvo. La botella de licor era de una marca alemán desconocida, el sabor era bastante fuerte y empalagoso. Al segundo trago, el frío quedaba a un lado en nuestros pensamientos y continuábamos escuchando a la señorita María con gran ahínco.


Los efectos del licor eran disímiles: algunos comenzaban a hablar en un lenguaje extraño, alternando palabras inconexas, carentes de sentido. Otros, menos resistentes, perdían el sentido de la orientación y comenzaban a dar vueltas alrededor de los tocones de ceibo hasta por último estamparse torpemente contra la pizarra.


Algunas madres, culparon a María por cierto comportamiento errático de sus hijos. Aunque mi madre decía que eran unas extremistas. Nunca supe bien lo que significaba  extremista, pero mi madre era poco conversadora pero  siempre tenía la razón.


Pero nada, nada en el mundo nos hacía perder el ánimo de aprender, de recibir nuestro título e inmigrar a la gran ciudad de Buenos Aires.

Mi madre hablaba con gran veneración de “El granero del mundo”, la “Cosmopolita financiera” y de un hombre con voz dulce y candorosa llamado Gardel.


Sin embargo, la euforia solo duró un instante. Nuestros organismos, en permanente crecimiento, no tardaron en habituarse a los efectos del alcohol. El licor de huevo ya no era suficiente. Mientras seguíamos esperando alguna medida de nuestra directora Angélica que se mostraba ocupada la mayoría de las veces o se ausentaba durante largas semanas.


María tenía una huerta orgánica, donde tenía una pequeña plantación de tabaco, lo suficiente como para abastecernos uno o, con suerte si había buena cosecha, dos cuatrimestres.


A los diez o veinte minutos de haber ingerido el licor de huevo, un temblequeo comenzaba a sacudirnos nuestros ya debilitados cuerpos y el frío atravesaba nuestros abrigos como un maremoto.


Por orden estricta de María, encendíamos los cigarros con cierto temblequeo hiperquinético y el aula quedaba invadida por un humo grisáceo oscuro que quedaba flotando en el aire. Confieso que era difícil distinguir el pizarro (aun la profesora) con la humareda que se formaba. Pero el uso de la imaginación mental era otro ejercicio que María nos enseñaba a rajatabla para sortear inconvenientes.


Algunos compañeros desistieron por problemas pulmonares. Carlos por ejemplo, tuvo que terminar el colegio primario por correspondencia.

Tras los meses más crudos del invierno, nuestra piel se había curtido, perdiendo toda sensibilidad y percepción.


Alarmada por el continuo decrecimiento de su alumnado, Maria se dirigió al cuarto de la directora.


Mientras tanto Angélica, la inspectora, nos prometía la salamandra para el mes de diciembre. Aducía que el colegio no tenía presupuesto debido a que el gobierno había impuesto que las provincias y los municipios debían autofinanciarse.


“Las cosas buenas en la vida vienen por caminos más largos” - decía mi madre, y yo pensaba que la salamandra venía en zulki desde el Polo Norte o de un algún pueblo ruso de los que Papá nos leía en las novelas de Tolstoi-




En ocasión del acto de 25 de Mayo, María nos encomendó a Julio y a mí que fuésemos a buscar la bandera.

Entre el aula y el subsuelo donde funcionaba el matadero, se encontraba un cuarto de utilería, comunicado por un angosto pasillo. Para nuestra sorpresa, la puerta no estaba cerrada con candado, pero supusimos que era efecto de las tormentas. Con paso cauteloso, entramos.

La pieza estaba a oscuras. Una reminiscencia a almizcle, a agua estancada se sintió al ingresar. Julio se asomó en busca de alcanzar la cima del armario en busca de la bandera. El sol de mediodía irrumpió, iluminando el cuarto por un fugaz instante.

De pronto una fuerte bocanada de humo se esparció sobre nuestros rostros. Nuestras miradas se dirigieron hacia aquel sector. 


Tal vez la distancia en el tiempo tienda a minorizar los sucesos, pero lo cierto es que la última tormenta destrozó por completo el San Hipólito XXI.
Con enojo nuestros padres envolvieron las maletas y tetornamos a Concepción.