Andanzas




En abril del 74 al haber perdido el trabajo y abandonar la carrera mi vida pegó un vuelco. Estába con el Tata en mi pieza, viendo la final de Monzón, cuando irrumpió mi viejo, desaforado, y me dijo que juntara las cosas.

Fuimos en busca de pensión. Hacía un calor sofocante y la humedad se estampaba en nuestros rostros. El timbre de color musgo, escondido por enredaderas daba un tinte lúgubre a la casa. 

“Pueden quedarse sólo un mes. En cuanto estén los papeles pienso irme”- dijo la anciana con  acento italiano mientras se deslizaba por el angosto pasillo. Al llegar al extremo señaló el cuarto.

“Aquí, en el taller pasaba  horas mi marido. Era un carpintero con gran inventiva. Ahora está todo hecho una piltrafa.”
El Tata les deslizó unos pesos a la señora, que esbozó una sonrisa escueta, mostrando sus dientes azafrán.


Rara vez, salíamos; sólo para comprar algo de comer o yerba para el mate. El poco dinero  nos alcanzaba para regocijarnos durante semanas con la revista “Pelo”, ver las peleas del negro, el Capitán Piluso o jugar interminables “Cadáveres Exquisitos”.


El Tata volvía por las noches, de la facultad de Filosofía para embriagarnos con alguna edición inédita del “Manifiesto Comunista”, o un libro de Schopenhauer y era cuestión deleitarnos con la lectura del primer párrafo, que encendíamos uno, y el humo grisáceo, espeso, inundaba el ambiente, dándole un sabor mágico, único a nuestra eterna adolescencia.

Era el éxtasis de nuestra independencia: Por primera vez en la vida, podíamos quedarnos hasta las seis de la mañana escuchando “Dark Side of the Moon” hasta estallar nuestros tímpanos; por primera vez en la vida, podíamos realizar orgías hasta el amanecer.


Una mañana, un sonido agudo, ensordecedor, estalló haciendo temblar las frágiles paredes escarchadas por el invierno. Nos levantamos con dificultad. El Tata pegó un grito al salir. Al costado de la puerta, había una paloma con una cinta roja adherida al cuello.
La desenvolvió con pudor y leyó para sí el pequeño papel. Luego me la extendió:
“Desaparezcan antes del mediodía, granujas”


Nos miramos sin comprender el asunto. Nos encontrábamos eufóricos  en pleno jolgorio, con los parlantes a todo lo que daban, formando trencitos con cuanto extraño, en busca de exhibir al mundo entero, y sobre todo a los cuarentones como nosotros que la edad no nos pesaba en absoluto.


Muy pronto habíamos perdido el trabajo en la fábrica. Los años dorados se habían esfumado. Partidos anímicamente, ninguno de los dos tenía serias intenciones de volver a buscar empleo.  Así fue como Renato y Sandra, cayeron a nuestro hogar para salvar la caída  de nuestro imperio.


Vendimos la cucheta y nos trasladamos a la cocina por la incipiente llegada del invierno. 







Diario de Call Center


I

Hace un tiempo que busco laburo sin éxito dado mi vaga experiencia.
Me fijé en Bumeran y encontré una lista infinita de telemarketer. Cacé el teléfono y en poco tiempo tenía de ocho entrevistas. Tras un preocupacional quedé seleccionado en Telmex.

II

En nuestro primer día nos trasladaron al segundo piso. Una pared de durlock de cuatro metros de ancho por tres de largo hace de sala de reunión o room meeting, como dice la supervisora que nos presentan. La primera en tomar la palabra es la chica RRHH, que se muestra orgullosa de su título UADE. Nos comenta que tenemos la suerte de haber sido seleccionados para trabajar en “la compañía número uno en telecomunicaciones”. Lo dice con su mejor sonrisa de par en par mientras nos reparten uno stickers para que lo coloquemos en nuestro lock.
ChicaRecursosHumanos anota en la pizarra: cómo deben realizarse las llamadas, el trato cordial con el cliente, el tono de voz, las palabras claves que deben decirse y las que no. Se termina nuestro primer día de instrucciones. Mañana, nos dice tenemos que estar 9:00 am o mejor cinco minutos antes, porque sino el sistema lo detecta y te lo descuentan del mes. Nos repite que debemos estar en el décimo piso para empezar a trabajar, a interactuar socialmente con el cliente.


III

En nuestro team somos seis. Se mantienen callados, dubitativos. Tratan de recordar las palabras claves que nos mencionaron el primer día y anotamos en nuestros cuadernos. Mirta es con la que más me llevo. Jugaba al vóley hasta hace un año. Al quedar embarazada, no pudo seguir entrenando, salió a buscar trabajo y ahora no tiene tiempo para entrenar. Es  copada y se parece bastante al gordito de Lost.
Por otro lado, decidí bautizar a la petisita de la supervisora que nos asignaron: Miss Potus. Ella mira expectante. Perdón, me mira expectante porque hace un rato que no hago ninguna llamada. Llamo a tres personas que apenas me dejan hablar. La mirada de Miss Potus no parece ser del todo carismática.

IV

Las salas de conferencia tienen nombres de escritores argentinos. Entre otros: Cortázar, Ernesto Sábato, Silvina Ocampo, etc.
Hoy tuvimos nuestra reunión para discutir los objetivos de nuestro team. Sala en cuestión: Jorge Luis Borges.
Mi compañera se da vuelta y me dice:
¿Y ese quién es?


V

El transcurrir lento  del tiempo es una constante en nuestro trabajo. Miss Potus, nos habla de vivir la experiencia de ser útil al mundo y superarnos de nosotros mismos. Parece un decálogo de Bucay. Pero lo dice con un convencimiento bastante importante.
Ella convierte el Yo en un Nosotros. Al parecer, formamos parte de la company aunque cobremos 4800 brutos y tengamos que hacer fila para ir al baño.

VI

Un punto en contra: el descanso es de sólo 20 minutos. Se corre el rumor que quienes extendieron el tiempo salieron por la otra puerta.
Agoto mis últimos minutos yendo al baño. Vuelvo a los 16 segundos, 10 milésimas. (Debería entrar en el récord guiness). Al  salir del baño vi un grafiti impreso con crayón verde sobre la puerta:
"Ley 14.996. Trabajar en un call center puede ser perjudicial para la salud". Como decía mi abuela "En este país nadie quiere trabajar".

VII

Hoy es el primer día que llego tarde: 3 minutos y 36 segundos me marca el sistema de control riguroso Lotus System. Debo correr las escaleras porque el ascensor no funciona. Miss Potus lo sabe. Pone cara de enfadada y resopla. Arranco. Me logueo. El se loguea, te logueas, Ellos se loguean. Todos se loguean.
Miro a los costados y sólo encuentro a mi compañera. Despidieron a más de 150 personas…

VIII

Plantel del team renovado: más de 30 personas ingresaron a la company. Eficacia, eficiencia, pro actividad son palabras que se nos inculcan. En menos de 30 minutos se tomó una entrevista grupal, con el agregado que más de la mitad se quedaron luego para empezar su primer día de trabajo. Edad promedio: 19 años.
A Miss Potus se la ve muy contenta. Va y viene contoneándose para dar muestras de poder. Es la Margaret Thatcher del imperio telemarketer.
            Al mediodía, tras el corto break, Miss Potus se acerca a nuestro desk y nos hace el conteo para ingresar al sistema y atender llamadas: “3…2…1” como si fuésemos astronautas de la NASA. La verdad, nunca me sentí tan importante.

IX

Tras la primera semana de trabajo mi team empató con otros dos equipos en 124 unidades vendidas. Los jerárquicos decidieron postergar el premio hasta que se produzca el desempate. 

X

Miradas amistosas entre el nuevo team ante la venta de algún compañero, gestos de aliento ante la serie de rechazos. Nuestro producto (una nueva línea Premium de teléfono) no parece del todo sólido en el mercado. 
          El mate pasa de dock en dock. Miss Potus nos observa atentamente: se siente orgullosa. Miss Potus, si. Y lo hace notar. Se viste mejor; se maquilla. Sonríe. Hasta parece mujer si no fuese un fenómeno de circo. Contonea a más no poder. Le hace señas al Project Manager; éste le devuelve un guiño enfático. Somos un equipo con viento en popa.



XI

Héctor tiene 48 años. Tiene el pelo hasta la espalda y usa siempre la remera del Che Guevara. Al fin hoy, en el lunch, nos juntó a todos, y nos comunicó que gracias a él íbamos a "hacer historia". Su barba, su bohemia, su modo de hablar causó impresión en la chicas. Maldita envidia.

XII


Miss Potus nos miraba expectantes. Confianza en sus ojos. El tiempo transcurría y la meta se aproximaba. Medio aguinaldo. Un premio más que justificado. 85 líneas vendidas en tan solo una semana. La diferencia con el grupo equipo de North Mexico era abismal. La team leader aparece agitada por detrás nuestro haciendo sonar una corneta. El equipo de España South se abraza conmovido. Miss Potus nos dirige su mejor mirada de enojo. La competencia es sucia.

XIII

Mi madre no parece estar orgullosa de mí. La conozco. Su mirada penetrante, sus gestos. Su silencio.Sobretodo, su silencio. Hubiese querido que siguiera firme con la carrera, obtener un título. Abogado, contador, arquitecto. Algo de eso.
No sabe ni intuye que puedo hacer carrera en Telmex y que varios de mis compas admiran mi capacidad de venta. Hasta me llaman de otras empresas (hasta ahora ninguna ofrece mayor comisión). 

         En todo el equipo tenemos expectativas de lograr el nuevo objetivo.


XIV

Tal vez deba disculparme ante mis lectores por mi ausencia prolongada. Pero el tiempo es tirano en la corpo. En el día de ayer cumplió años Miss Potus. 27 dice ella. Aunque aparenta treintaipico. El cumplido de parecer menos surge en el team. Al festejo también llega la Project Manager que se saca la foto con nosotros.
La diferencia entre los Team Leaders y los Project Managers es que los primeros , mandan más mails y ya tienen cara de amargados.


XV 

Requisitos para ser telemarketer:
1-Baja autoestima
2- Ver punto 1

XVI

Hoy es el famoso viernes de casual day. Con jean y remera  nos sentimos libres como nunca. Héctor saca el termo de la mochila y un fernet con coca hace de mate. Con los nervios por la falta inmediata de ventas, el taraguí pasa veloz de mano en mano haciendo estrago en nuestros hígados. Potus mira sin entender. No debe conocer ni remotamente  lo que es la felicidad, al menos temporal. La venta empieza a fluir. Los gritos eufóricos dan señales del grado de alcoholización. 


 XVII

Héctor nos reunió a todos por la mañana. Punto de encuentro : Ugis de calle Corrientes. Nos compró unas porciones de muzza. Para cuando habíamos terminado de comer, se tornó serio para hablarnos de Karl Marx y la plusvalia. Un resumen con brocha gorda. Resulta que el valor que el trabajador percibe (salario) por su labor es generado por encima del dinero que representa su esfuerzo laboral. Dicho valor (o trabajo) no pagado, queda en poder del capitalista, quien ve en la plusvalía la base de la acumulación monetaria.








Gran pérdida

















Nos dejó el genial artista "Facha Martel". 
Discusión entre la familia por las palabras en la lápida del actor. Finalmente decidieron dejarle sólo una línea...

Reconstrucción


       Ante la mirada penetrante y el aliento atroz y sofocante de Mac Pont, Oscar ("Oscarcito en el colegio) prefiere ceder el balón con un pase al ras del suelo a su compañero del equipo.
      
 En la tribuna, Steve, mira su reloj que marca las quince y treitaiun minutos, cuando pierde la visión del enganche rioplatense que avanza cómodo ante la salida débil e ingenua de los dos mediocampistas ingleses (ex stripper y ex bombero).

      El volante defensivo, Louis Van Kouke -holandés nacionalizado- advierte que durmió poco (cuatro horas cuarenta segundos), cuando se percata que el casi diminuto diez lo elude con la zurda, con un quiebre de cintura veloz, impertinente. 

Desde la platea rojiblanca, David Flowers, metereólogo aficionado, ve el comienzo de la jugada y se le obnubila la visión (no es excusa, debe hacerse gafas cuanto antes) y advierte  un viento fuerte que mueve el techo y dibuja una ola en la cabellera de aquel atrevido petiso, oriundo en Fiorito.

Como una avestruz, el 10 toca el balón por sexta vez en un ángulo de 60 grados dejando inertes al lateral izquierdo (que se ha excedido en un plato de gulash en el almuerzo del día), mientras avanza por un costado Jorgito ("Lija" por su pasado albañil) creyendo, estúpido de é
l, desembocar la pelota en el centro del área.

260 de colesterol diagnosticó el doctor Juaquín Mujilla





      













Belén Francese





Cuando me enteré de que mi novio acababa de ser padre reaccioné por impulso, lloré y me descargué por Twitter. (Esta chica es brillante. Se "descarga por twitter")

En ese momento no pensé que yo era una persona pública ni conocida. (A ver Belu: pública es lo mismo a ser conocida)

Actué con el corazón y me descargué, y quizás no fue la forma correcta.(Si Twitter es bárbaro para descargarse)
 Pero ahí empezó una catarata de notas y dichos, muchas cosas que yo nunca dije, y muchos medios le pusieron sal y pimienta a la situación. Yo no estoy acostumbrada a los escándalos ni hablo agresivamente. Por eso decidí dar esta nota y hablar por primera vez de lo que me pasó”, cuenta Belén Francese, quien es parte del staff de Celebrity Splash, donde interpreta a BeluSplash, “una súper heroína dueña de todas las aguas: las hervidas, las que te bañan y las saborizadas”. 

Pero más allá del juego, la televisión y los escenarios, “soy una mujer que se enamora y no puede dormir, porque se queda mirando a su hombre; la que le canta canciones a la mañana y la que pinta su nombre en cuadros y poemas”. (Neruda se trastabilla en la tumba. Le canta canciones a la mañana... pinta su nombre en cuadros y poemas...Felicitaciones"


–¿Se podría decir que sos una romántica compulsiva? (Esta pregunta haría poner en jaque a Rodolfo Walsh)
–Después de ocho años de relación con Damián, el hombre que más amé en mi vida, estuve haciendo un duelo de casi un año. Durante ese tiempo, al lado mío estuvo Esteban con quien me contacté desde el lugar de las ideas y la creatividad (¿El lugar de las ideas y la creatividad dijo?). Habíamos trabajado juntos en Demoliendo teles y en mi canal de YouTube. Lo nuestro al principio fue una relación laboral. Después yo estaba mal y fuimos amigos, me despertó mucha confianza y...
–Además me contaron que todos los jueves te iba a ver al teatro y compraba una butaca en la cuarta fila para mirarte.(Aclaremos. Iba a observar sus ideas y la creatividad) ¿Te enamoraste de un fan?
–Yo me sentía muy sola y me empecé a sentir acompañada por él.
–Qué raro que una mujer como vos se sienta sola...
–Sí, y vulnerable. En esa época estaba muy sensible. En mi intimidad soy muy introvertida. Me da vergüenza cómo me pusieron en algunas revistas, con la teta balcón y diciendo: “Me traicionaron” (Ella esperaba una foto mas tapada y diciendo algo como "Ser o no ser.Esa es la cuestión.Sigamos...). 

Yo no soy lo que la gente ve en la televisión, porque cuando trabajo soy histriónica, divertida y desprejuiciada, pero en la intimidad me considero seria y chapada a la antigua. Por eso para mí las relaciones son muy importantes, y si salgo con alguien me la juego entera.(Se la juega entera =  mujer que se enamora y no puede dormir,la que le canta canciones a la mañana y la que pinta su nombre en cuadros y poemas”
–¿Cuándo empezaron a salir?
–Hace cuatro meses. Me costó aceptarlo... Tenía muchos prejuicios porque Esteban era un hombre separado y tenía dos hijas. Yo soy una chica complicada y difícil, porque soy sola, muy noviera. Además me quiero casar, tener hijos... (Belén: aún separado el hombre puede tener hijos. Fijate en Twitter)
–¿En ese tiempo llegaron a conversar sobre formalizar?
–No. Estábamos en el inicio del amor, pero yo le di la chance porque pensé que lo nuestro podía tener futuro.
–¿Se cruzaron sus familias?
–No. El sólo había conocido a mi hermana, y de vista a mi mamá. Estaba por presentarme a sus hijas, pero si yo sabía que esperaba un tercer hijo con otra mujer, jamás me hubiese fijado en él ni le hubiese dado una oportunidad.
–¿Entonces vos lo encaraste y le preguntaste?
–Sí, habíamos ido a cenar. Yo no me pude aguantar. Tenía la certidumbre de que algo pasaba. Me contó la verdad y se me partió el corazón. Me puse a llorar y me fui muy enojada de ese lugar.
 (¿Al menos pudiste comer algo o te fuiste con el estómago vacío?)
–¿Estás decepcionada de los hombres?
–Nunca había vivido una desilusión así, nunca me habían mentido.(Real Academia Francese: "Nunca me habían mentido= "Nunca me di cuenta") Por ahí en el momento me enojé y tuiteé unos improperios, porque me dolió la mentira. Odio ser tan ingenua, y tengo ganas de destripar los peluches que me regaló. Pasa que el amor es irracional, impulsivo, inmanejable y yo no tengo filtro.
–¿Te arrepentís de las cosas que dijiste?
–Sí, pagué mis errores después de mi impulso, porque no me gustó verme tan expuesta. Pero me abrí (Se abrió tanto que ahora le hacen una nota para una revista conocida...) porque hay una criatura de por medio. No quiero saber más nada con él. Aunque nos vamos a volver a encontrar, porque necesito terminar bien esta historia, y quiero saber muchas cosas.
–¿Podés perdonarlo?
–Yo soy una persona espiritual. Después de reflexionar bastante me di cuenta de que no soy nadie para juzgar. Pero tuve que escribir, pintar y llorar hasta rabiar para exorcizar esto de mi vida. ¡Si ahora lo veo, le quiero pegar una piña en la cara (se ríe nerviosa)! Perdonar es divino, pero olvidar es sagrado (Es toda una escritora. No seamos prejuiciosos).
–¿Te va a costar volver a confiar en un hombre?
–Si me llevó un año recuperarme, donde no sufrí un desengaño, ¡imaginate después de esta mentira! La próxima vez que me interese un hombre voy a contratar un detective para que me averigüe sus antecedentes. A mí me entrás por lo interno, por una conexión que va más allá. Yo soy especial, pero en estos días (Un día de Pascuas, ponele) me di cuenta que el humor sana. Yo tengo un patrón difícil, soy una mina con muchos mambos.
–¿Cuáles son tus mambos a la hora de enamorarte?
–Soy una idealista del amor 
(Entiéndase que el hombre este solo, jugando al scrabble ) , lo vivo intensamente, abro las puertas de mi confianza, me levanto a la mañana cantando (y dale con el canto...). Soy una loca linda. Pero tengo que admitir que esta relación me sirvió para perder prejuicios, porque antes nunca me hubiese metido con un tipo casado (Perdió el prejucio; dejó al tipo... Una lección extraordinaria) . Ahora, como catarsis, hasta pinté un cuadro en mi taller, que se llama Desilusión (¿No seria mejor el arte abstracto? Solo digo)


 Igual el humor sana, y no me voy a cansar de decirlo, porque estudio Stand Up (No era suficiente con pintar, dibujar, exorcisar... ) y voy a escribir sobre esto: “Mujeres revisen sus celulares. Cuiden a sus hombres. Detective para todas”. Yo estoy hablando porque esto es real, y les pasa a las mujeres reales.(Preparate Seinfeld. Esta es la premisa. Ni te imaginas  el remate)
–¿Tu ex te llamó cuando se enteró de todo esto?
–Damián me mandó un mensajito, pero para mí debe estar festejando con sus amigos, y sintiéndonse el hombre más contento del mundo.
–¿Y no hay quién te quiera consolar?
–Sí, pero me va a costar mucho volver a estar con un hombre y creer en él. Para colmo muero de ganas de tener un hijo y formar una familia. A veces estoy triste, pero me pongo la máscara y quiero entretener, que la gente se pueda reír. Es lo que yo elegí,(a desgracia nuestra) y el show debe continuar.
–¿El amor también?
–Sí, porque es lo que me mantiene en el mayor esplendor de creatividad: escribo y pinto cosas más lindas (como "Desilusión".Pronto en el Teatro San Martín) Aunque suene cursi, el amor es el motor de mi vida. (Me rindo. Hasta luego)

Hans (06.07.2023)




En el siglo IV, Hans, duque de Alemania, se encontraba obsesionado con la muerte. Cuentan sus biógrafos que trasnochaba bajo el alba meditando, temiendo el fin de su vida.
            Una mañana, Hans acudió a su ministerio y ordenó que construyeran en un mes una máquina capaz de detectar la extensión, con exactitud la vida de cada ser humano y de su canario, al que apreciaba demasiado. (Muchos creían que, dado su grado de inteligencia, iba a llegar a ser su sucesor en el trono)
Como crónica del hecho, el duque quiso contratar al escritor de la época para patentar semejante acontecimiento.
Durante los 30 días, Hans no pegó un ojo. Los esclavos de su palacio se asustaban de verlo paseando, merodeando desecho en lágrimas con su pijama a cuadros.
El invento de la máquina del tiempo humano demoró un día más de lo esperado y costo 36 millones de francos. Científicos consagrados se reunieron para testear la máquina en principio y calcular el día en que Hans pasaría a mejor vida (al menos aquello creían en la época)
En poco tiempo lograron calcular la hora y el día exacto del fallecimiento del duque: 27 Abril de 1842 al mediodía. Al recibir la noticia, se enojó enormemente ya que el mismo día cobraba el impuesto al campo.
Solo así, logró dormir durante las siguientes semanas. Nunca se lo había visto tan alegre.
Pasaba por la colinas de Dublin, estrechando las manos con los campesinos, charlando trivialidades y hablándoles al canario. Incluso quiso ser justo con ser justo: eliminó los impuestos al campesinado, decreto el habeas corpus y regalo gran parte de su fortuna a sus esclavos.
            Pero la alegría en el imperio de alemán duro poco tiempo. Nuevos tormentos acudieron a la mente del duque: Con las atadas atrás la de la espalda caminaba sin cesar, deambulaba por el techo del palacio imperial. Un ataque de ira y ego habían sometido al duque.
Hans no quería dejar cabo sin atar. Si bien creía en la vida después de la muerte, quería dejar otra imagen que la de ser enterrado junto con otra gente y desaparecer en la historia como si nada, como un simple e insignificante plebeyo.
Para evitar aquello mandó llamar a sus arquitectos para construir un gran jardín privado de extensión de aproximadamente 120 hectáreas, para que en el caso de que su alma viviese ésta pudiese desplazarse cómodamente. Además mandó construir una estatua de Onix con su imagen heroica en la guerra de Viena contra Austria (Aunque nunca hubiese participado, ya que se encontraba su famosa colección de mariposas)


                         












Edison: "El genio es 10%  inspiración y 90% transpiración"

Paulo Coelho: "El genio es 10% inspiración y 90% marketing"

Misceláneas

Con alegría y algo de nostalgia, recuerdo mi primaria. 


Corría el año 1927 cuando nos mudamos con mi familia al pueblo catamarqueño de Capayán debido a la inestable situación laboral de mis padres
Al tiempo de nuestra llegada, mi madre nos inscribió a mi hermana y a mí en el único colegio de la zona: el San Hipólito XXI. A pesar de nuestra precariedad, ella no lo pensó dos veces.


La escuela era apenas un simple salón de tierra apisonada: no teníamos pupitres, ni bancos, ni siquiera sillas. Nos sentábamos en rejas de arados, tocones de ceibo y en calaveras de vaca.

La calavera de vaca era el asiento más fácil de conseguir porque la escuela era, durante la noche, un matadero clandestino.


Escribíamos con trozos de ladrillos o pedazos de tripa gorda, mientras que la maestra utilizaba las paredes como pizarra.





El colegio se encontraba en lo alto de la montaña. Para llegar debíamos caminar once kilómetros empinados por el bosque para luego cruzar a la montaña que se encontraba separada por el río Santa María. Había un puente colgadizo construido a base de alambres de cobre y algarrobo.


Aun se me pone la piel de gallino cuando recuerdo los aullidos feroces de los leopardos y de cóndores que solían sobrevolabar a metros de nuestras cabezas. 

El colegio solo contaba con una maestra que provenía de Bahía Blanca. Su nombre era María. María tenía un don innato para enseñar. No le importaba las condiciones en que la que nos encontrábamos. Ella comentaba la importancia de la educación: el crecimiento del intelecto humano, el enriquecimiento del habla, el cultivo de la imaginación. Cada día, nos leía con deleite un fragmento del Facundo de Domingo Sarmiento:



“La educación primaria es la que civiliza y desenvuelve la moral de los pueblos. La escuela es la base de la civilización”



En el primer trimestre de comenzadas las clases, una fuerte tormenta nos sorprendió en la clase de geografía, cuando estábamos aprendiendo las corrientes del océano Pacífico. La tormenta resquebrajó por completo el  techo de adobe y las  dos ventanas de mimbre.


Por suerte, nuestras plegarias fueron escuchadas y nadie resultó herido.



En otoño, la temperatura en Capayán alcanzaba los cinco grados bajo cero. María, sin inmutarse, continuaba dibujando con esmero la estepa patagónica, la selva misionera y la llanura pampeana. Su despliegue virtuoso nos hacia olvidar la corriente de viento helado que entraba por el techo desvanecido congelando nuestros rostros.


Por la tarde, cuando regresaba a casa con ganas de manifestar mis conocimientos, Papá advertía mi fuerte tos y mis manos de un color púrpura. Mamá, siempre tajante, le quitaba  importancia a la preocupación de mi padre alegando que era una minucia, un detalle y que las cosas en la vida no se consiguen fáciles. Envolvía mis manos en un paño de terciopelo y las ponía junto al fuego, mientras me leía con voz dulce a Saint-Exupery.


Con la llegada del invierno, la situación en la escuela se hacía aun más ardua: La temperatura tomaba cursos poco humanos al superar los dieciocho grados bajo cero. Nuestra única medida era adelantar la hora de química para formar ronda alrededor del mechero Bunsen y calentar nuestras manos.
El frío era muy intenso y nuestras fuerzas se evaporaban en un santiamén al agotarse la garrafa de gas.




A pesar del tercer pedido consecutivo de refacción de María en lo que iba del segundo trimestre, no obteníamos ninguna respuesta favorable por parte de la directora Angélica.




Cada madre trataba de colaborar de alguna manera:  algunas tejían sombreros de caimán, botas de cardúmen o pulóveres de lana de cabra.



Pero la situación a pesar del esfuerzo de nuestras madres, era insostenible.



La temperatura tornaba ahora nuestras caras de un color violáceo anaranjado y la piel de un rosáceo púrpura en escasos minutos de clase. Por las mañanas, a menudo, nos acechaban fuertes vientos de hasta doscientos kilómetros por hora sacudiendo el aula como si fuese una gelatina. Pero María, fiel a sus principios, continuaba dibujando líneas, rectas, ángulos obtusos y equiláteros con una vitalidad digna de admiración. Nos daba cierto pudor comunicarle que ya no sentíamos los pies y que de a ratos se nos nublaba la vista. El aspecto del aula era desolador: varios compañeros tenían los ojos desorbitados, temblaban frenéticamente, y en las narices se apreciaba un hilo fino pero consistente de hielo congelado.



“La constancia es la virtud de todo hombre con coraje”- solía decirme mi madre mientras  preparaba el te con miel para aliviar mi creciente catarro -.



Fue en aquel tiempo, sino recuerdo mal, que María comenzó a tomar algunos recaudos, en pos de proseguir con la enseñanza. Al ingresar al aula, nos suministraba a cada uno un vaso con licor de huevo al chocolate. La servía en una jarra de hojalata que llevaba escondida bajo el guardapolvo. La botella de licor era de una marca alemán desconocida, el sabor era bastante fuerte y empalagoso. Al segundo trago, el frío quedaba a un lado en nuestros pensamientos y continuábamos escuchando a la señorita María con gran ahínco.



Los efectos del licor eran disímiles: algunos comenzaban a hablar en un lenguaje extraño, alternando palabras inconexas, carentes de sentido. Otros, menos resistentes, perdían el sentido de la orientación y comenzaban a dar vueltas alrededor de los tocones de ceibo hasta por último estamparse torpemente contra la pizarra.




Algunas madres, culparon a María por cierto comportamiento errático de sus hijos. Aunque mi madre decía que eran unas extremistas. Nunca supe bien lo que significaba  extremista, pero mi madre era poco conversadora pero  siempre tenía la razón.




Pero nada, nada en el mundo nos hacía perder el ánimo de aprender, de recibir nuestro título e inmigrar a la gran ciudad de Buenos Aires.


Mi madre hablaba con gran veneración de “El granero del mundo”, la “Cosmopolita financiera” y de un hombre con voz dulce y candorosa llamado Gardel.




Sin embargo, la euforia solo duró un instante. Nuestros organismos, en permanente crecimiento, no tardaron en habituarse a los efectos del alcohol. El licor de huevo ya no era suficiente. Mientras seguíamos esperando alguna medida de nuestra directora Angélica que se mostraba ocupada la mayora de las veces o se ausentaba durante largas semanas.


María tenía una huerta orgánica, donde tenía una pequeña plantación de tabaco, lo suficiente como para abastecernos uno o, con suerte si había buena cosecha, dos cuatrimestres.


A los diez o veinte minutos de haber ingerido el licor de huevo, un temblequeo comenzaba a sacudirnos nuestros ya debilitados cuerpos y el frío atravesaba nuestros abrigos como un maremoto.


Por orden estricta de María, encendíamos los cigarros con cierto temblequeo hiperquinético y el aula quedaba invadida por un humo grisáceo oscuro que quedaba flotando en el aire. Confieso que era difícil distinguir el pizarro (aun la profesora) con la humareda que se formaba. Pero el uso de la imaginación mental era otro ejercicio que María nos enseñaba a rajatabla para sortear inconvenientes.



Algunos compañeros desistieron por problemas pulmonares. Carlos por ejemplo, tuvo que terminar el colegio primario por correspondencia.


Tras los meses más crudos del invierno, nuestra piel se había curtido, perdiendo toda sensibilidad y percepción.



Alarmada por el continuo decrecimiento de su alumnado, Maria se dirigió al cuarto de la directora.




Mientras tanto Angélica, la inspectora, nos prometía la salamandra para el mes de diciembre. Aducía que el colegio no tenía presupuesto debido a que el gobierno había impuesto que las provincias y los municipios debían autofinanciarse.




“Las cosas buenas en la vida vienen por caminos más largos” - decía mi madre, y yo pensaba que la salamandra venía en zulki desde el Polo Norte o de un algún pueblo ruso de los que Papá nos leía en las novelas de Tolstoi-






En ocasión del acto de 25 de Mayo, María nos encomendó a Julio y a mí que fuésemos a buscar la bandera.


Entre el aula y el subsuelo donde funcionaba el matadero, se encontraba un cuarto de utilería, comunicado por un angosto pasillo. Para nuestra sorpresa, la puerta no estaba cerrada con candado, pero supusimos que era efecto de las tormentas. Con paso cauteloso, entramos.


La pieza estaba a oscuras. Una reminiscencia a almizcle, a agua estancada se sintió al ingresar. Julio se asomó en busca de alcanzar la cima del armario en busca de la bandera. El sol de mediodía irrumpió, iluminando el cuarto por un fugaz instante.


De pronto una fuerte bocanada de humo se esparció sobre nuestros rostros. Nuestras miradas se dirigieron hacia aquel sector. Quedamos estupefactos.


Aquellas figuras eran Angélica y el intendente municipal recostados en el sofá de tapizado leopardo, mirando una pantalla que transmitía imágenes difusas a color.



Tal vez la distancia en el tiempo tienda a minorizar los sucesos, pero lo cierto es que la última tormenta destrozó por completo el San Hipólito XXI.
Con enojo nuestros padres envolvieron las maletas y nos volvimos a Concepción.