Capítulo I "La Meeting"





Una empresa en un edificio ultramoderno de Barrio Norte

DIRECTOR- Los he reunido porque hemos decidido comentarles, como familia que somos, que nuestra querida y amada empresa se ha fusionado  (Rostros de sorpresa) Esperamos un gran futuro con una suma de proyectos. ¿Así se dice? Si, si, si. Jaja (risa falsa) Proyectos. Me gusta.
Como la noticia aun no es oficial queremos que no se corra la novedad por el radio-pasillo. ¡Jajaja!
Aun no hemos decidido el nuevo nombre pero confiamos en que el flamante departamento de Marketing lo hará pronto con sumainteligencia e inventiva. (Dos hombres gordos están colocando en la entrada del edificio: “ABC Corp”)

DIRECTOR- Como es de saber, en toda fusión habrá pequeños cambios, tal vez ciertos desplazamientos de algunas posiciones, ascensos para hacer un ambiente flexible, dinámico. El equipo de Recursos Humanos seleccionará a los más destacados. Nos gusta el estímulo y el crecimiento laboral. Esperamos que estén con ansias de trabajar y con la pro-actividad que nos caracteriza.
SOCIO II- Estimados. Gracias por escucharnos.
Con temor, se levantan


José, sudando, abre la puerta de la oficina del director. El Director se levanta sorprendido. Está intentando armar un juego de cuadrados sin éxito.

SOCIO I - ¿Qué es lo que ha pasado?, ¿Por qué tanta urgencia?, ¿Otra vez los programadores nos quieren hacer huelga por estar en negro?
JOSE (Tartamudeando nervioso) –Señor Jefe, la… la…la cafetera del tercer piso se está tragando las monedas…
Socio I se levanta de su asiento alzando su dedo índice.
SOCIO I -¡Organicemos una meeting! ¡Muy bien José! (Se levanta)

Corte. Sala de reuniones de Recursos humanos “Hitler I” . El cartel señala “Prohibido fumar”, “Prohibido pensar”.

Gente de alta jerarquía. Se enciende un grabador. Caras preocupadas.
-Comencemos cuanto antes
-Bien. Empecemos por lo más importante: El café con leche se ha agotado y nuestro proveedor nos va a aumentar el 32%. Para mantenerlo tendríamos que eliminar Megatlon.
El capuccino provoca acidez y ya nadie lo toma. El Moccacino se mezcla automáticamente con el té, provocando un mejunje asqueroso… ¡Miren ahora los porcentajes! ¡Miren! 

El junior busca una diapositiva, se confunde, se pone nervioso, vuelve a buscar. La encuentra y se la alcanza al Semi-senior. Este le pasa un trapo, la da vuelta, y se la pasa al Senior; este chequea los datos con su notebook. La toma el Team leader que lo aprueba con ánimo exagerado
-Veremos qué podemos hacer. Hablaré con Recursos Humanos. Confío en su profesionalismo.
-¿Cree necesario llamarlos?
-No, pero debemos que justificar su sueldo.

Corte. Oficina. Empleados de menor jerarquía.

JUAN- ¡Que buena noticia! Ahora somos una corporación. ¡Cotizamos en Bolsa! ¡Podré comprar acciones!
AMARGO-(EscépticoSi...nos darán más trabajo hasta quedar exhaustos o nos reemplacen por gente joven inexperimentada por un salario mucho menor.
BOBO 1-(Voz de bobo) ¿No le ves el lado positivo? Sumaremos empresas de renombre, como Philip Morris, Lucky Strike, IBM, entre otras.
AMARGO - Ahora tendremos más de un jefe. Serán tediosos
BOBO 2- Además vas a construir un gimnasio en el edificio para que vayamos cuando queramos.
AMARGO - Si, cuando podamos
BOBO 1- ¿Que me dices de la nueva tarjeta de descuentos, eh?
AMARGO – Lo usan para negrear nuestro sueldo.

Sala de RRHH. Una cuadra de cola de gente afuera del edificio esperando su turno para la entrevista laboral.

RRHH:- Estamos todos aquí, como sabrán, para seleccionar cuidadosamente once, solo once personas para nuestro nuevo equipo de trabajo:

Uno de RRHH, apaga la luz, los ata en circulo y empieza a dar vueltas en circulo como un chico, corriendo hasta que se frena .

CHICO RRHH- ¡Project, Project, Project, Manager! Se va a sentar y otro, más avispado, le roba el asiento.
NABO I:- (Mucha pinta de fracasado) ¡Uh, no! Que le diré a mi madre...
NABO II:- ¿Alguno sabe que colectico me deja en mi casa? Llego tarde para devolver este traje alquilado...
NABO III:- Me pregunto donde están los antiguos empleados.

Imagen. Grúa entra abrupta a la oficina demoliendo uno por unos los cubiculos junto con los empleados.

Voz en off de azafata:

-Prepárensen para una experiencia única. Ajusten sus auriculares/cinturones. (Gritos eufóricos pidiendo auxilio) Repliguen la cabeza. Les comunicamos que está prohibido fumar y beber en la sala. ABC les desea un muy buena feliz indemnización.

Team Leader:-



















Misceláneas

Con alegría y algo de nostalgia, recuerdo mi primaria. 
Corría el año 1927 cuando nos mudamos con mi familia al pueblo catamarqueño de Capayán debido a la inestable situación laboral de mis padres
Al tiempo de nuestra llegada, mi madre nos inscribió a mi hermana y a mí en el único colegio de la zona: el San Hipólito XXI. A pesar de nuestra precariedad, ella no lo pensó dos veces.

La escuela era apenas un simple salón de tierra apisonada: no teníamos pupitres, ni bancos, ni siquiera sillas. Nos sentábamos en rejas de arados, tocones de ceibo y en calaveras de vaca.
La calavera de vaca era el asiento más fácil de conseguir porque la escuela era, durante la noche, un matadero clandestino.
Escribíamos con trozos de ladrillos o pedazos de tripa gorda, mientras que la maestra utilizaba las paredes como pizarra.


El colegio se encontraba en lo alto de la montaña. Para llegar debíamos caminar once kilómetros empinados por el bosque para luego cruzar a la montaña que se encontraba separada por el río Santa María. Había un puente colgadizo construido a base de alambres de cobre y algarrobo. 

Aun se me pone la piel de gallino cuando recuerdo los aullidos feroces de los leopardos y de cóndores que solían sobrevolabar a metros de nuestras cabezas. 

El colegio solo contaba con una maestra que provenía de Bahía Blanca. Su nombre era María. María tenía un don innato para enseñar. No le importaba las condiciones en que la que nos encontrábamos. Ella comentaba la importancia de la educación: el crecimiento del intelecto humano, el enriquecimiento del habla, el cultivo de la imaginación. Cada día, nos leía con deleite un fragmento del Facundo de Domingo Sarmiento:


“La educación primaria es la que civiliza y desenvuelve la moral de los pueblos. La escuela es la base de la civilización”

En el primer trimestre de comenzadas las clases, una fuerte tormenta nos sorprendió en la clase de geografía, cuando estábamos aprendiendo las corrientes del océano Pacífico. La tormenta resquebrajó por completo el  techo de adobe y las  dos ventanas de mimbre.

Por suerte, nuestras plegarias fueron escuchadas y nadie resultó herido.


En otoño, la temperatura en Capayán alcanzaba los cinco grados bajo cero. María, sin inmutarse, continuaba dibujando con esmero la estepa patagónica, la selva misionera y la llanura pampeana. Su despliegue virtuoso nos hacia olvidar la corriente de viento helado que entraba por el techo desvanecido congelando nuestros rostros.


Por la tarde, cuando regresaba a casa con ganas de manifestar mis conocimientos, Papá advertía mi fuerte tos y mis manos de un color púrpura. Mamá, siempre tajante, le quitaba  importancia a la preocupación de mi padre alegando que era una minucia, un detalle y que las cosas en la vida no se consiguen fáciles. Envolvía mis manos en un paño de terciopelo y las ponía junto al fuego, mientras me leía con voz dulce a Saint-Exupery.


Con la llegada del invierno, la situación en la escuela se hacía aun más ardua: La temperatura tomaba cursos poco humanos al superar los dieciocho grados bajo cero. Nuestra única medida era adelantar la hora de química para formar ronda alrededor del mechero Bunsen y calentar nuestras manos.
El frío era muy intenso y nuestras fuerzas se evaporaban en un santiamén al agotarse la garrafa de gas.

A pesar del tercer pedido consecutivo de refacción de María en lo que iba del segundo trimestre, no obteníamos ninguna respuesta favorable por parte de la directora Angélica.


Cada madre trataba de colaborar de alguna manera:  algunas tejían sombreros de caimán, botas de cardúmen o pulóveres de lana de cabra.

Pero la situación a pesar del esfuerzo de nuestras madres, era insostenible.

La temperatura tornaba ahora nuestras caras de un color violáceo anaranjado y la piel de un rosáceo púrpura en escasos minutos de clase. Por las mañanas, a menudo, nos acechaban fuertes vientos de hasta doscientos kilómetros por hora sacudiendo el aula como si fuese una gelatina. Pero María, fiel a sus principios, continuaba dibujando líneas, rectas, ángulos obtusos y equiláteros con una vitalidad digna de admiración. Nos daba cierto pudor comunicarle que ya no sentíamos los pies y que de a ratos se nos nublaba la vista. El aspecto del aula era desolador: varios compañeros tenían los ojos desorbitados, temblaban frenéticamente, y en las narices se apreciaba un hilo fino pero consistente de hielo congelado.


“La constancia es la virtud de todo hombre con coraje”- solía decirme mi madre mientras  preparaba el te con miel para aliviar mi creciente catarro -.


Fue en aquel tiempo, sino recuerdo mal, que María comenzó a tomar algunos recaudos, en pos de proseguir con la enseñanza. Al ingresar al aula, nos suministraba a cada uno un vaso con licor de huevo al chocolate. La servía en una jarra de hojalata que llevaba escondida bajo el guardapolvo. La botella de licor era de una marca alemán desconocida, el sabor era bastante fuerte y empalagoso. Al segundo trago, el frío quedaba a un lado en nuestros pensamientos y continuábamos escuchando a la señorita María con gran ahínco.


Los efectos del licor eran disímiles: algunos comenzaban a hablar en un lenguaje extraño, alternando palabras inconexas, carentes de sentido. Otros, menos resistentes, perdían el sentido de la orientación y comenzaban a dar vueltas alrededor de los tocones de ceibo hasta por último estamparse torpemente contra la pizarra.


Algunas madres, culparon a María por cierto comportamiento errático de sus hijos. Aunque mi madre decía que eran unas extremistas. Nunca supe bien lo que significaba  extremista, pero mi madre era poco conversadora pero  siempre tenía la razón.


Pero nada, nada en el mundo nos hacía perder el ánimo de aprender, de recibir nuestro título e inmigrar a la gran ciudad de Buenos Aires.

Mi madre hablaba con gran veneración de “El granero del mundo”, la “Cosmopolita financiera” y de un hombre con voz dulce y candorosa llamado Gardel.


Sin embargo, la euforia solo duró un instante. Nuestros organismos, en permanente crecimiento, no tardaron en habituarse a los efectos del alcohol. El licor de huevo ya no era suficiente. Mientras seguíamos esperando alguna medida de nuestra directora Angélica que se mostraba ocupada la mayoría de las veces o se ausentaba durante largas semanas.


María tenía una huerta orgánica, donde tenía una pequeña plantación de tabaco, lo suficiente como para abastecernos uno o, con suerte si había buena cosecha, dos cuatrimestres.


A los diez o veinte minutos de haber ingerido el licor de huevo, un temblequeo comenzaba a sacudirnos nuestros ya debilitados cuerpos y el frío atravesaba nuestros abrigos como un maremoto.


Por orden estricta de María, encendíamos los cigarros con cierto temblequeo hiperquinético y el aula quedaba invadida por un humo grisáceo oscuro que quedaba flotando en el aire. Confieso que era difícil distinguir el pizarro (aun la profesora) con la humareda que se formaba. Pero el uso de la imaginación mental era otro ejercicio que María nos enseñaba a rajatabla para sortear inconvenientes.


Algunos compañeros desistieron por problemas pulmonares. Carlos por ejemplo, tuvo que terminar el colegio primario por correspondencia.

Tras los meses más crudos del invierno, nuestra piel se había curtido, perdiendo toda sensibilidad y percepción.


Alarmada por el continuo decrecimiento de su alumnado, Maria se dirigió al cuarto de la directora.


Mientras tanto Angélica, la inspectora, nos prometía la salamandra para el mes de diciembre. Aducía que el colegio no tenía presupuesto debido a que el gobierno había impuesto que las provincias y los municipios debían autofinanciarse.


“Las cosas buenas en la vida vienen por caminos más largos” - decía mi madre, y yo pensaba que la salamandra venía en zulki desde el Polo Norte o de un algún pueblo ruso de los que Papá nos leía en las novelas de Tolstoi-




En ocasión del acto de 25 de Mayo, María nos encomendó a Julio y a mí que fuésemos a buscar la bandera.

Entre el aula y el subsuelo donde funcionaba el matadero, se encontraba un cuarto de utilería, comunicado por un angosto pasillo. Para nuestra sorpresa, la puerta no estaba cerrada con candado, pero supusimos que era efecto de las tormentas. Con paso cauteloso, entramos.

La pieza estaba a oscuras. Una reminiscencia a almizcle, a agua estancada se sintió al ingresar. Julio se asomó en busca de alcanzar la cima del armario en busca de la bandera. El sol de mediodía irrumpió, iluminando el cuarto por un fugaz instante.

De pronto una fuerte bocanada de humo se esparció sobre nuestros rostros. Nuestras miradas se dirigieron hacia aquel sector. 


Tal vez la distancia en el tiempo tienda a minorizar los sucesos, pero lo cierto es que la última tormenta destrozó por completo el San Hipólito XXI.
Con enojo nuestros padres envolvieron las maletas y tetornamos a Concepción.





Reconstrucción








       Ante la mirada penetrante y el aliento atroz y sofocante de Mac Pont, Oscar ("Oscarcito en el colegio) prefiere ceder el balón con un pase al ras del suelo a su compañero del equipo. Este la amasa suavemente con su pierna hábil cambiando el trayecto, llevándose consigo atras el primer enemigo.
   
 En la tribuna, Steve, mira su reloj que marca las quince y treitaiun minutos, cuando pierde la visión del enganche rioplatense que avanza cómodo ante la salida débil e ingenua de los dos mediocampistas ingleses (ex stripper y ex bombero).

      El volante defensivo, Hoddle -holandés nacionalizado- advierte que durmió poco (cuatro horas cuarenta segundos), cuando se percata que el casi diminuto argentino lo elude con la zurda, con un quiebre de cintura veloz, impertinente.

Desde la platea rojiblanca, David Flowers, metereólogo aficionado, ve el desarrollo de la jugada y se le obnubila la visión (no es excusa, debe hacerse gafas cuanto antes) y advierte un viento fuerte que mueve el techo y dibuja una ola en la cabellera de aquel atrevido petiso, oriundo en Fiorito.

Como una avestruz, el 10 toca el balón por sexta vez en un ángulo de 60 grados dejando inerte a Reid (se ha excedido en el gulash del almuerzo), mientras avanza por un costado Jorgito ("Lija" por su pasado albañil), creyendo, estúpido de él, desembocar la pelota en el centro del campo.



Sansom, mira con odio. Mide la distancia entre las piernas del mediocampista y el balón. Fija la vista sale a buscarlo. Estira la pierna y una nube en el pensamiento lo absorbe. Miles de agujas parecen inyectarse en su abdomen. . No comprende. Una voz débil, aguda le habla. de pronto recuerda a su doctor de cabecera diagnoticándole doscientos sesenta de colesterol, a pocas horas de tomarse el vuelo a México. Mal dice en mil idiomas. El enganche, ha desaparecido atrás de el cuando recupera el aliento.














Fenwick

Shilton,






Alicia y Bety


Bety- ¡Que tarde que viniste!  ¿Trajiste el diario?
Alicia- Si, como lo voy a traer.
Bety- A ver, che que me pongo los lentes. Estoy que no veo un pomo; el otro día me tragué un bicho bolita pensando que era una arveja.
Alicia- Hablando de patearla, vamos a ver que tenemos. El de la semana pasada…
Bety-¡Que la boca se te haga a un lado!
Alicia- - Dios quiere tendremos más suerte.
Bety- “Hoy conmemoramos a nuestro querido padre, abuelo y hermano nuestro: Juan Sholem…
Alicia- Apa! Interesante... ¿Dónde dice?
Bety-  Yrigoyen 4846.
Alicia- San Isidro, me gusta. Tengo buenos presentimientos. ¿Qué hora es?
Bety- 13:50.
Alicia- Vamos igual…
Bety- ¿Tenes monedas?
Alicia- Lo justo para la ida.


Se levanta una tormenta. Relámpagos.

Alicia- Ya casi estamos
Bety- Los guardias son cada vez más sonsos. Fácil engañarlos…
Alicia- Una ya no puede divertirse siquiera con éstos.
Bety- Presiento dónde está la condolida…
Alicia- La de vestidito violeta con el sombrero debe ser la hermana. Me voy para la mesa. Agarrate los de miga.
Bety- Para el lado del ropero tiene que haber algo.
Alicia- Le falta glamour. La crisis los afectó. Se hace difícil así.
Bety- Ni la viuda tiene un anillo decente.
Alicia- Me parte el alma...
Bety-¿Donde quedó el doble apellido?


Se van acercando en la cola

Alicia- Lo que es el paso del tiempo. Antes me ponía nerviosa; el contacto. Tal vez una se va amansando, tomándole el gusto a la profesión.
Bety- A ver que tenemos. Vamos a meterle.
Alicia- Decir que estoy resfriada, (Aspira)  Esperate un ratito. Se huele bien, te digo.
Bety- A ver, a ver que tenemos por acá (Huele más profundamente)
Alicia- ¡Upa, que caripela! Le hizo un favor a la mujer...
Bety- Si hubiese sido por mí, solo lo dejaba salir para pagar los impuestos.
Alicia- Algo tenemos que rescatar.
Bety- Que le vamos a sacar a éste pelmazo.Mirale el vestido que tiene la mujer.
Alicia- La verdad que tenés razón.
Bety- Menos mal que tenemos lo de miga y los canapé.
Alicia- Los de palmito no tienen desperdicio.
Bety- Me estoy concentrando...
Alicia-¿Qué sucede?
Bety- -¡Lo tengo! 1954.
Alicia- Decir que estoy resfriada es…
Bety- No, no, no 1956. Se siente en los pómulos. Ese hombre exuda libertad, vigor.
Alicia- ¿Cómo que no? Es 1954.  Su mejor punto.



Carta a Mamá


Te escribo para felicitarte por tus 50 años y desearte muy buenos augurios.
Ante la propuesta de tu amiga Patricia de escribirte y mandártela a través de ella; no me indico cuanto, como, ni que debía escribirte, solo atinó a dar una idea y se limpió las manos.

Es notorio que es Profesora de Geografía y no de lengua y Literatura, sino bien que nos podría haber aconsejado. Menos mal que no se puso hinchapelotas con el tema de la importancia de adquirir conocimientos geográficos, la fauna, la flora, sino estaría escribiendo en un mapa de Europa con división política como un pelotudo, si me permitís la jerga vulgar.
Por nuestra parte nos encontramos bien, aunque algo atemorizados por el tema de tener que escribirte, debido a la extensión que caracteriza al formato.

Bien sabemos que tu marido  y yo somos hombres de pocas palabras. El día de mañana pasará tu amiga y aun no hemos escrito absolutamente nada. No es de temer que Papá escribirá algo, tal vez algo de su conveniencia, como un telegrama. Supongo que seria algo así:

“Felicitaciones. Pasto Alto. Plantas florecen. Llueve continuo”

Y a la mierda, a otra cosa mariposa. Nada de anécdotas aburridas, o de modificadores indirectos al reverendo pedo. Siete palabras dignas de una síntesis y una coherencia narrativa que ningún pueblo indígena logró inventar. Veremos como se las arreglará.


Otro punto a destacar en estos días que han transcurrido es la comida: me la paso quejando de que le falta sal o condimento a la mayoría de lo que comemos, y Papá insiste en que le puso. Al menos deberíamos cambiar el nombre de las comidas para tener al menos una referencia de lo que el cuerpo va a ingerir.
Ejemplificando: “Arrollado sin condimento al escarbadiente”, “Papa al pelar con ligera cocción”, “Agnolotti con salsa abstracta”. Pero también es sabido que tu cónyuge no tiene un paladar muy digno que digamos; no logra diferenciar una tarta de zapallitos de una fondue de chocolate.

Para concluir te felicito nuevamente, que la pases bien en tu cumple y que disfrutes tus vacaciones.



Te quiere,


José

Diferencias entre la UBA y la UADE


UBA:
1- El 13% logran recibirse

UADE:
1-Solo el 75% de los ingresantes


UBA:
2-Todos los años se inscriben miles de
estudiantes

UADE:
2-Se inscriben con miles


UBA:
3-El traspaso del secundario a la UBA
es abrupto

UADE:
3-Apenas se diferencia del Jardín.


 UBA:
4-Hay que estudiar la bibliografia de la A a la Z.

UADE:
4-Te enseñan el abedecedario.


Mochileros





Jueves 21

Luego de infinitas horas, llegamos San Rafael, Mendoza.
Despachamos las mochilas y nos encaminamos hacia la oficina de la Secretaria de Turismo. En la oficina nos encontramos con Sebastián y Nicolás (por un lado) y Marina y Cintia. Sin saberlo, emprendimos juntos viaje a Valle Grande y comenzamos nuestro recorrido por Mendoza; provincia caracterizada por sus canales de riego en las veredas, clima seco,  montañas, y gente cálida y amable (al menos con los turistas)
Tras el viaje en colectivo, llegamos al camping que nos habían recomendado. 



Acampamos y fuimos a conocer la represa de Valle Grande, denominada el "Gran Cañón del Athuel", donde subimos por una de las empinadas montañas. Le comenté a Pablo, mi amigo,  lo hermoso que me parecía, con sus montañas en un color rojo en degradé, en desnivel con los valles que, confrontados con el río y el lago, conformaban un paisaje paradisíaco.
            No me escuchó un sorongo porque estaba tirando piedras como loco por la barranca.
Sinceramente me reventó que no me haya escuchado. Sebastián le dijo que tuviera cuidado. Nico le dijo que era un pelotudo, que casi le sacaba un ojo a un turista.
           
           


Viernes 22

De regreso comenzaron los preparativos para el asado; no habíamos comido desde nuestro arribo.

En menos de una hora, todo estaba listo para servirse. Lejos de toda caballerosidad, nos abalanzamos sobre la comida como desaforados, sin conversar en absoluto, iluminados por la escasa luz que brindaban las linternas.
           
Horas después, se apreciaban lo que se fue desparramando a lo largo de la batalla: grasa de vacío, costillas, lechugas, pulpas de tomate, caracú, paté de fóe.
En busca de saciar mi apetito me liberé de los cubiertos y comencé a comer con las manos, como un indio tehuelche desposeído. Con una mala maniobra, torpe de mi parte, volqué uno de los bols de las ensaladas y cayó en la lona que hacía de mantel. Me lo comí sin remordimientos.
Confundiéndolo con las arvejas me comí un bicho bolita. Maldije por mis adentros y me fui a dormir sin despedirme, de la rabia que tenía.
           

Sábado 23

En verdad no me sentía cómodo durmiendo en carpa. A la mañana siguiente le comenté a Pablo: "No aguanto más, no duermo bien. Me siento contracturado y siento que me pica todo el cuerpo"
"Lo de la picazón es psicológico..." me dijo despreocupado.
Cuando me saqué la remera, tenía cuatro hormigas coloradas prendidas como garrapatas sobre mi espalda.       



Por otra parte me alegraba saber que había química en el grupo. Me había dado cuenta por lo que me había propuesto Nico.
"Deberíamos volver a juntarnos alguna otra vez"
Le respondí que me parecía una buena idea, que en cuanto me dieran las vacaciones, nos hacíamos una escapada.
El dió una breve pitada y me dijo decepcionado:
"Aunque como en el cine, las segundas partes no son buenas. Como Jurassic Park 2"
Le mentí, asintiendo con la cabeza como los perritos que cuelgan en los taxis.
             Tiempo atrás, en casa de mis tíos, estaba viendo la tele junto con mi primo de ocho años y pregunté si se trataba del éxito de Steven Spielberg y me respondió: "No, salame. Son los Muppets". De veras, me sentí un verdadero idiota.
           

            Señalé que había química en el grupo porque a la noche fuimos a un bar de los más piola llamado "La Barra", y en el regreso, bajo los efectos turbios del alcohol, el grupo se había dispersado. Al llegar al camping había perdido de vista a Marina.
 A la mañana siguiente le pregunté donde se había quedado.
"Sacando fotos a la represa"-respondió-.
Sabía que se había quedado con Seba. No es por hacer alarde de mi inteligencia, pero desde chico siempre tuve poder de intuición, sentido común, por citar alguna de mis varias cualidades. Tal vez lo advertí porque la noté algo insegura al responder, o por haber fruncido levemente las cejas.

O tal vez, porque la última vez que los vi juntos estaban a 18km de la represa, desde donde con el camino empinado son como 30 horas a pie.


Domingo 24

Finalizado nuestro recorrido por Valle Grande, el grupo decidió emprender nuevo rumbo hacia Río Nihuil, que queda en la ciudad de Malargüe. Con suerte, lograríamos conseguir alojamiento sin reserva.
     
Tras varios intentos en vano de hacer dedo para que nos llevaran al dique en vano, logramos parar una camioneta que tenía un cartel que señalaba "Taxi-Flet".
Son una especie de remises doble función, donde te pueden llevar a la "Caverna de las brujas" y conocer las famosas estalactitas y estalagmitas, o transportar cincuenta kilos de salchichón primavera y vino patero.

Intentamos meternos al río pero, desgraciadamente, unos lugareños nos hicieron señas para que saliéramos ante el peligro que nos llevara la corriente. Luego, tras hacerme el tonto repetidamente y fingir dolor de oídos, decidí salir del agua finalmente.
Conocimos un criadero de truchas, compramos merluza para cocinar a al noche, sacamos fotos, tomamos unos mates y emprendimos regreso.


Lunes 25

Cerca del mediodía, James, el chofer, pasó a buscarnos para ir a conocer Valle Hermoso, camino a Las Leñas.
Era un hombre charlatán; en todo el viaje no paró de comentar todo lo que conocía del lugar. Es de la clase de personas que siempre tienen un comentario para todo, aunque sólo le cuentes que te salió un barrito en la nariz o.
 En realidad le decíamos Mario porque al preguntarle su nombre nos respondió "Gómez”, y por más que le insistíamos nos volvía a repetir "Gómez", como si fuera agente secreto. Bond, James Bond. 

A veces pienso que nos toman de turistas japoneses y se aprovechan de nosotros. Como cuando en la ciudad nos cobró 170 pesos por llevarnos a conocer el dique, y sólo tuvo que salir de las cuatro cuadras del pueblo y se la pasó veinte minutos girando alrededor de la plaza.


            "Allí donde ven hacia lo lejos, varios soldados perdieron la vida al intentar cruzar a Chile, Aquí, se hacían trueques entre mendocinos y chilenos a cambio de ponchos y sombreros hechos con lana de chivito"-comenta Mario en tono sabihondo-
Entre nosotros parecería ser un hombre de mundo, aunque nos comentó que jamás salió de Malargüe.
           
Valle Hermoso nos deslumbró: los diferentes colores de las montañas, los lagos congelados.
Por otro lado no había una puta sombra alrededor, ni madera para poder cocinar o calentarnos por la noche.
Con nuestros escasos recursos, pudimos hacer fuego aunque a Marina, que estaba a cargo, se le pasaron los fideos y quedaron como engrudo. Juro que pensé en matarla.


Por la tarde fuimos a escalar la montaña en procura de que Pablo conociera la nieve.
Los primeros pasos fueron decepcionantes: el camino estaba empantanado y al ser mediados de enero la nieve se encontraba en la cima.
Nos siguió la primera subida, rodeada de espinillos y la superficie colmada de lajas filosas que dificultaban el ascenso.
Al llegar a la cúspide nos chochamos con una roca triangular de unos dos metros. Pablo al pisarla, se deshizo y cayó formándose una avalancha. Al llegar a la cúspide, la panorámica era increible. Sacamos fotos y regresamos luego de una merienda abundante para evitar el frío de la noche.


La temperatura descendió y nos dispusimos a hacer fuego. Compramos madera a precio de oro e hicimos municiones con sopa.
Al agotarse la última brasa nos dormimos profundamente.

         
Martes  26 

James retornó para llevarnos al Pozo de las Ánimas y más tarde a la Laguna de la Niña Encantada.
El Pozo de las Animas estaba formado por dos grandes pozos de cincuenta metros de profundidad, que fueron ocasionados por la erosión y el paso del tiempo.

Desde lejos, apreciamos una pequeña playa, pero lo empinado del camino dificulta su acceso. Dice el cartel de la parada que el uso que se le dió fue la de esconder los cuerpos de los prófugos que habían procurado fugarse cruzando la cordillera.



Ahora pasemos a la Niña Encantada. A pocos kilómetros se encontraba del Pozo de las ánimas.

"Súbansen hasta arriba, donde está la cruz, la pueden ver enfrente de la bruja que esta tallada”-señaló James con su habitual escarbadiente-

Era una figura escondida en la laguna a la que se le veían una suerte de forma abstracta donde podria figurarse las piernas y los brazos cruzados.
Marina se acercó unos metros entre las rocas y se inclinó con la ilusión de ver algo más de cerca.
Un puntapié en las nalgas la hubiese arrojado a la laguna, y de dar en alguna piedra, hubiese quedado inconsciente ahogándola de inmediato. Al rato Marina se puso de pie y me pidió que le sacara una foto.
Después de todo, no era tan profunda la laguna de mierda esa.






Miércoles 27

A la noche, tras un fingido derroche de lágrimas como despedida de nuestros compañeros que retornabas a sus hogares, nos dirigimos con Pablo al norte de Río Negro, Buta Ranquil, en compañía de dos geólogas que estaban bastante fuertes y que habíamos conocido en San Rafael. Compramos los pasajes y partimos al anochecer.
             

A diferencia de Valle Hermoso, nuestra caminata hacia el volcán El Tromen no estaba rodeada de arroyos, lo que no nos permitía recargar la botella.
Los rayos ultravioletas reventaban en nuestros deteriorados rostros y nos hicieron agobiante el viaje.

 El lugar exótico me sugirió una idea: con mis conocimientos de Televisión en el secundario podría hacer un programa al estilo "La aventura del hombre".
Me imagino:

 "Aquí nos encontramos en los Valles de Punilla, ante la presencia del fósil Anthemonium Phitecus.
Por la cantidad de rayas y el tamaño, notamos que provienen de la era Paleozoica”
¡Rayos y Centellas! ¡Recórcholis!

Tenía razón mi tía. Yo debería haber sido productor. Por ahí cuando termine con los arreglos de la casa haré algún curso.

Jueves 28 

De Chos-Malal, partimos para Zapala. El proyecto: Villa La Angostura, vía San Martín de los Andes. Llegamos a puerto a la medianoche, y nos hospedamos en el primer hotel.

"Hotel Residencia”, sino me acuerdo mal. Era tres estrellas, pero se le habían borrados dos.
El piso estaba mojado. Le habían puesto papel de diario arriba, y la humedad era intolerable. Las paredes estaban todas despintadas y la ventana tenía vista a un juntadero de porquerías de un herrero desquiciado.

Tomamos una ducha y bajamos a comer al restaurant del hotel. Como aún quedaba restos del anterior comensal el mozo pasó rápidamente a limpiar. Limpió con un trapo rejilla la mesa y nos sirvió un tentempié de aceitunas negras. Notamos que estábamos bajo otra cultura.

Al terminar la cena le preguntamos en joda al mozo, dada lo tétrico del lugar, por algún prostíbulo, casino.
Nos comentó de un taller literario, pero al momento estaba cerrado por falta de presupuesto.



Viernes 29 

Según mi reloj eran las 10:40am cuando desperté, debido a unos ruidos, que cuando estaba a punto de volverme a dormir, volví a escuchar.
Eran de grandes pasos, como de algún animal y se repetían de a intervalos. Pablo me preguntó si había algún volcán activo en Zapala, pero no sabíamos al respecto.
Mi corazón estaba en las 250, 300 pulsaciones por minuto y Pablo se escondía bajo la bolsa de dormir mientras este sujeto se acercaba hacia nosotros.

Se abrió de golpe la puerta y apareció una gorda. La dueña del hotel.
sus pómulos colorados, su cara redonda y sus ojos grandes llenos de ira. Tenía un vestido con lunares verdeoscuros que contrastaban con el negro de fondo. Parecía la flota norteamericana.

 Apenas abrió su bocota empezó a decirnos:"¿Estas son horas de levantarse? ¡Váyanse antes de que llame a la policía!
Rehicimos las mochilas y bajamos las escaleras mientras nos seguía con escoba en mano gritándonos.


Sábado 30

Nuestra última parada fue Villa La Angostura donde nuestros recursos se nos agotaron.